Conocí a Elizabeth Strout con Me llamo Lucy Barton en el Club de lectura de Mila, de la biblioteca Jovellanos de Gijón; la historia me gustó mucho y me dejó con ganas de leer otras novelas de la autora, pero como me pasa con bastante frecuencia, las nuevas lecturas fueron dejando a la autora atrás, así que, cuando Laky de Libros que hay que leer y la editorial Duomo organizaron un sorteo y la lectura conjunta de Luz de Febrero, me apunté y fui una de las ganadoras. Hoy la traigo al blog.
La autora: Elizabeth Strout nació en Portland, Maine en 1956, pero desde hace años reside en Nueva York. Autora imprescindible en la literatura contemporánea, cuenta con varias obras, entre ellas, Amy e Isabelle y Las hermanas Burgess. Duomo ha publicado con gran acogida entre los lectores y la crítica Me llamo Lucy Barton 2016, Todo es posible 2017 y Olive Kitteridge 2018 que obtuvo el premio Pulitzer, el Premi Llibreter, El Premio Bancarella y el Premio Mondello y se convirtió en una alabada serie de televisión.
También como escritora de relatos, Strout ha publicado en varias revistas, entre ellas, The New Yorker y O Oprah Magazine y ha sido finalista del Premio PEN/ Faulkner y del Premio Orange.
Argumento: En Crosby, un pequeño pueblo en la costa de Maine, no suceden muchas cosas.Y sin embargo las historias sobre la vida de las personas que allí viven contienen un mundo entero. Esta Olive Kitteridge, una maestra jubilada, irascible, indecorosa y de una honestidad inquebrantable. Tiene setenta años y aunque es más dura que una roca, sintoniza con los matices del alma humana. Esta Jack Kennison, antiguo profesor de Harvard, que busca desesperadamente la cercanía de esa extraña mujer, Olive, siempre Olive. Su relación tiene la fuerza de quienes se aferran a la vida.
Una novela conmovedora que habla del amor, de la pérdida, de la madurez y la añoranza y de esos instantes de felicidad.
Análisis de la novela y opinión personal: Luz de Febrero nos traslada a Crosby, un pueblecito pesquero de la costa de Maine, que aunque ficticio, nos recuerda a muchos otros pueblos de América y de otros lugares, Lugares en los que parece que no pasa nada, pero claro que pasa, pasa la vida, que casi nunca se compone de hechos extraordinarios, sino de cosas pequeñas, cotidianas, que a veces nos hacen felices y otros desgraciados.
Cuando empecé a leer Luz de Febrero, la estructura me descolocó un poco, pensé que iba a encontrarme una novela al uso, y me he tropezado con trece historias unidas por un pueblo, Crosby y un personaje, Olive Kitteridge, que incluso cuando no está, deja sentir su impronta.
Y es que Olive es un personaje formidable, profesora de matemáticas jubilada, cuando empieza la novela ( voy a llamarla así), es viuda desde hace dos años, tiene un hijo, Christopher, que vive en Nueva York y con el que tiene mala relación y se siente sola, y claro que Olive es una mujer difícil, bastante antisocial, brusca y a veces maleducada, de las que te sueltan cuatro verdades sin que se le mueva un pelo, y sin embargo en el fondo y cuando quiere, Olive sabe escuchar, conectar con la gente, entenderla, compartir sus sentimientos, además es tan honesta consigo como con los demás, conoce sus defectos y se sabe sver sin dobleces, también es un personaje que evoluciona, que cambia, que se despliega, que cuando te parece que la conoces, va y te sorprende.
Pero Luz de Febrero no es solo Olive, aunque ella sea el hilo conductor, es Jack Kennison, profesor de Harvard, que fue expulsado porque una mujer lo denunció, y que ahora, viudo, quiere casarse con Olive, "porque son dos viejos que se sienten solos y quieren estar juntos", es Marlene, la joven que da a luz en un coche, es Kayley, la joven limpiadora y su peculiar relación con sus patronos, es Christopher, el hijo de Olive, alejado desde hace tiempo de su madre, son los Larkin y su hija Suzanne y su abogado Bernie, es Cindy, que lucha contra el cáncer, son Denny y sus hijos, son Jim y Helen Burgess, que vuelven a Crosby a ver a su hermano, es Andrea, La Poeta Laureada, son Ethel y Fergus y su hija Linda y Betty, la antigua alumna de Olive que ahora la ayuda en la casa, es Isabelle, a quien Olive conoce en la residencia... Todos tienen miedos, deseos y aspiraciones que necesitan compartir...
Narrada en tercera persona por un narrador omnisciente y con un estilo cuidado y elegante, a veces sobrio y otro cargado de descripciones poéticas, Luz de Febrero nos habla del amor y el desamor, la soledad y el deseo, la enfermedad, la vejez, la muerte, la pérdida y la añoranza, nos habla de la tristeza y la belleza de vivir...
He disfrutado muchísimo con la lectura de Luz de Febrero y me ha costado mucho también, no porque la historia, las historias, no enganchen, sino porque son duras, e incluso las más amables en apariencia, esconden un golpe que al principio te coge por sorpresa, luego ya no, porque lo estás esperando... Me han encantado escenas cotidianas, como cuando Olive se come un bocadillo de langosta en su coche, frente al mar, me he reido con otras, como la baby shower ( fiesta del nacimiento), y me han conmovido otras, como la de Cindy, la enferma de cáncer o la de Suzanne, y me ha encantado el personaje de Olive, aunque no me hubiera gustado tenerla como vecina... o quizá si...
Elizabeth Strout tiene otra novela en la que la protagonista es Olive, se titula Olive Kitteridge ( y tengo intención de leerla) y ha sido adaptada por HBO en 2014 en formato miniserie de cuatro capítulos, protagonizada por Frances McDormand, Richard Jenkins y Bill Murray y ha ganado ocho premios Emmy.
Para terminar: No puedo acabar la reseña sin darles las gracias a mis compañeros de lecturas por sus aportaciones y hablar del titulo " Luz de Febrero" ( que por cierto me encanta) y que no es el original de la novela, que es Olive Again ( parece que se lo comentaron a la autora y a ella le pareció bien) que está sacado de una de las historias "Se ha escrito, en cambio, sobre la luz de Febrero, sobre como alteraba el aspecto del mundo. La gente se quejaba de febrero: Hacía frío y nevaba y muchas veces era húmedo y lluvioso y la gente ya tenía ganas de primavera.Pero, para Cindy, la luz de ese mes siempre había sido como un secreto y aún ahora seguían siéndolo.Porque en Febrero los días se alargaban de verdad y si uno se fijaba se notaba, Se notaba que al final de cada día el mundo parecía abrirse una rendija más y aquella luz se colaba entre los árboles desnudos y estaba llena de promesas".
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