Descubrí a Julio Llamazares con La lluvia amarilla, una novela que me encantó y se convirtió en una de mis mejores lecturas de 2014. Al año siguiente y con motivo del encuentro de los clubs de lectura de Asturias y León con el autor para hablar de Distintas formas de mirar el agua, me lo compré con intenciones de leerlo para aprovechar más el encuentro, pero por unas cosas y otras no pudo ser y se quedó sin leer. Este año, lo ha "rescatado" de mis estanterías donde lo tenía olvidado y hoy lo traigo al blog.
Editorial: Alfaguara.Fecha de publicación: Febrero 2015. 189 pág.
El Autor: Julio LLamazares nació en el desaparecido pueblo de Vegamián (León) en 1955. Licenciado en Derecho, abandonó muy pronto el ejercicio de la Abogacía para dedicarse al periodismo escrito, radiofónico y televisivo en Madrid, ciudad donde reside. Ha publicado dos libros de poemas : La lentitud de los bueyes 1976 y Memoria de nieve 1982, que obtuvo el premio Jorge Guillen y un insólito ensayo narrativo El entierro de Genarín 1981. Ha reunido sus principales artículos en el volumen En Babia, 1991,Es autor de las novelas ; La Luna de lobos 1985, la lluvia amarilla 1988, ambas fueron finalistas al Premio Nacional de Literatura Escenas del cine mudo 1993, El cielo de Madrid 2005 y las lágrimas de San Lorenzo 2013. Distintas formas de mirar el agua, 2015,Atlas de la España imaginaria, 2015, El viaje de Don Quijote, 2016, Las rosas del sur, 2018, Primavera extremeña, 2020.
Argumento: En medio de un paisaje hermoso y desolador, la muerte del abuelo reúne a todos los miembros de una familia. Junto al pantano que anegó su hogar hace casi medio siglo y donde reposarán para siempre las cenizas de Domingo, cada uno reflexionará en silencio sobre su relación con él y con los demás, y sobre como el destierro marco la existencia de todos ellos.
Desde la abuela a la nieta más pequeña, desde el recuerdo de la aldea que los mayores se vieron obligados a abandonar, a las historias y pensamientos de los más jóvenes, esta novela es el relato coral de unas vidas sin vuelta atrás, un caleidoscopio narrativo y teatral al que la superficie del pantano sirve de espejo.
No existe una única forma de mirar el agua, pero el sentimiento de desarraigo, de exilio definitivo, ha permeado gota a gota en esta familia, generación tras generación. Tal vez porque ningún lugar duele tanto como aquel al que jamás podrás volver si no es desde el recuerdo o una vez muerto. Pero lo importante es regresar, como Ulises a Ítaca. No importa cómo ni de que forma.
Análisis de la novela y opinión personal: En 1968 el pantano de Porma anegó el pueblo de Ferreras y bajo sus aguas desaparecieron campos, caminos y casas. Sus habitantes fueron expropiados por poco dinero y trasladados a la laguna, cerca de Palencia, para que, en unos terrenos desolados e inhóspitos tuvieran que rehacer su vida. Domingo y Virginia junto a sus hijos: Teresa, José Antonio, Virginia y Agustín. fueron algunos de esos habitantes, atrás quedó todo lo que conocían y los huesos de sus padres y abuelos y los de Valentín, su hijo y hermano, que murió con solo dos años.
Sin embargo Domingo nunca se adaptó a ese cambio, en la Laguna trabajo y prosperó, construyó su casa (al principio vivieron en barracones) y sacó adelante a su familia, pero nunca se olvidó de Ferreras, su alma y su corazón quedarán allá bajo las aguas y cuando guardaba silencio con la mirada perdida en el infinito, todos saben que Domingo estaba lejos, recorriendo las calles de su pueblo, que nunca dejó de ser el suyo.
Hoy Domingo ha muerto, y con la muerte cumplrá su más ardiente deseo: regresar a Ferreras, nunca quisó hacerlo en vida (su mujer e hijos si lo hicieron, visitaron varias veces el pantano que cubrió el pueblo, y vislumbraron las piedras que quedaron en pie cuando el pantano fue desecado para limpiar los lodos que se pudrían en el fondo), y ahora que es solo polvo, sus cenizas tornaran a su origen y se mezclarán de nuevo con los huesos de sus antepasados.
De ahí la triste procesión de esposa, hijos y nietos que se dirigen en ese hermoso día de Diciembre hacía el pantano de Porma...
A lo largo de diecisiete capítulos y narrada en primera persona a través de los monólogos de los diferentes personajes, Distintas formas de mirar el agua nos habla del destierro, del desarraigo, de la tristeza y la soledad del que es arrancado de sus tierra , de todo lo que ama y conoce y transplantado a otro lugar en contra de su voluntad.
El estilo es sencillo, descriptivo, muy visual y en algunos momentos casi poético.
El protagonista es indudablemente Domingo, uno de los últimos habitantes de Ferreras, que tuvo que abandonar su pueblo cuando fue cubierto por el pantano. Domingo nunca se resignó y siempre vivió en la añoranza de lo perdido, al final regresará cuando sus cenizas sean esparcidas sobre las agua que lo condenaron al desarraigo.
Cuando la historia comienza Domingo ya ha fallecido, pero sentiremos que lo conocemos bien por lo que de é nos cuentan su esposa, hijos, y nietos. Fue un hombre honesto, trabajador, testarudo y paciente, duro y generoso, tierno, educado a la antigua, un poco machista, respetuoso, silencioso, cerrado...
Virginia, su esposa, que vivió para su marido y sus hijos, añora su pueblo, pero eso nunca le impidió seguir adelante, incluso visitó en varias ocasiones el pantano de Porma, ahora tras la muerte de su esposo, se siente sola y vieja, abandonada por el amor de su vida.
Teresa, la hija mayor, tenía dieciséis años cuando abandono Ferreras y aún tiene muchos recuerdos de como era vivir en el pueblo y lo que significó para su padre abandonarlo. Educada por su madre a la vieja usanza, ha antepuesto a sus marido Miguel, con el que se casó muy joven, y a sus hijos, a sus propias necesidades, tiene tres hijos, Susana, la favorita de su abuelo por ser su primera nieta y que le dió a su único biznieto por ahora, Martín, de dos años ( los mismos que tenía su tío Valentín cuando murió). Iván, que está en Nueva York y no ha podido acudir al entierro, y la joven Raquel, que recuerda a su abuelo como al héroe Ulises y a su añorado pueblo, con Itaca.
Jose Antonio, también recuerda Ferreras, pero con solo tenía once años y ha conseguido dejarlo atrás para instalarse primero en Palencia y luego en Barcelona a donde llegó para hacer la mili, donde conoció a Elena, su esposa y donde vive y trabaja en su propio restaurante. tiene dos hijos, Daniel, ingeniero de caminos " como los que destruyeron Ferreras" y que llegó al pantano acompañado de su novia italiana, Maria Rosaria, y Alex.
Virginia, la hija pequeña, separada de Emilio, aunque los dos han acudido al pantano, eso si cada uno por su lado, y sus tres hijos: Laura, Jesús y Virginia.
y Agustín, el último hijo, un poco "retrasado" según algunos, no puede cuidar de si mismo, aunque vive solo en la casa de la Laguna, su relación con su padre era muy cercana y especial, llena de consejos y silencios compartidos. Agustín sabe que su padre no lo dejará solo nunca y siempre permanecerá a su lado.
Y El automovilista, un desconocido, que pasa con su coche por las cercanías del pantano y que nos describe desde fuera su peculiar procesión.
Me ha gustado Distintas formas de mirar el agua, aunque no tanto como La lluvia amarilla, ya que en algunos momentos me ha parecido algo repetitiva, sin embargo la forma de narrar del escritor me ha permitido empatizar sobretodo con Domingo y ponerme en su piel y en su situación, y es que Julio llamazares también vivió en un pueblo anegado por un pantano, Vegamián, donde su padre era maestro, y sabe de lo que habla.
Dejo aquí el enlace al encuentro que tuvimos en su momento con el escritor, por si os apetece leerlo.
Para terminar: Precioso el titulo Distintas formas de mirar el agua y muy significativo, porque depende de cada uno y de lo que busque al mirar....
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No me convence mucho, Mar. Me parece que puede ser excesivamente descriptivo y lento para mí. Lo dejaré pasar
ResponderEliminarBesos
Me has ganado con lo de un lenguaje descriptivo, casi poético, me recuerda tanto a las películas del este de Europa qué tanto me gustan 🤗
ResponderEliminarFelices Fiestas 🎄🥳🎁💋
Pues no he leído nada del autor y me parece que podría gustarme mucho esta novela. Lo tendré en cuenta.
ResponderEliminarBesotes!!!
HOla Mar, me parece triste y melancólico. Actualmente no tengo ánimos para una novela de ese tipo... Puede que en algún otro momento.
ResponderEliminarUn besazo
Buenas tardes, Mar:
ResponderEliminarLa novela que nos traes me parece muy particular e interesante. El tema de los pueblos anegados por pantanos siempre me ha llamado la atención, por lo que implica en la vida de las gentes que los habitan. Me apunto este libro con entusiasmo, el tema lo merece.
Un abrazo y enhorabuena por tu reseña!!
Me gusta mucho Julio Llamazares, al que conozco en persona además. Concretamente esta novela es de lo poco que me queda por leer suyo y la rescato ahora mismo de la lista de pendientes. Me ha apetecido mucho leerla.
ResponderEliminarUna vez que vaciaron el embalse de Vegamián para limpiarlo, me paseé por lo que fue el pueblo entre lodo y restos de objetos cotidianos. Ha sido una de las experiencias más impresionantes de mi vida.
Un beso.
¡Hola! ^^
ResponderEliminarSi te digo la verdad, es un libro que no me llama nada, pero es que no es mi tipo de lectura.
Besos!
¡Hola! Este no me termina de llamar, creo que prefiero decantarme por otros títulos. Un besote :)
ResponderEliminarNo lo tengo muy claro con esta novela, Mar. Por un lado me atrae ña historia en su conjunto, aunque por otro no me convence que sea demasiado descrptiva y, aunque menos, en ocasiones reiterativa. Besos.
ResponderEliminarEste libro fue mi compra impulsiva de la Feria del Libro de Madrid en 2015. Todos los años me llevo un libro que no tenía en mente y, casi siempre, me lo llevo firmado. Este también. Lo leí poco después y, aunque me gustó, también me dio la sensación de repetición en algunos puntos.
ResponderEliminarBesos! Y felices fiestas! :)
Gracias por la reseña. Tal vez me anime a leerlo. Te mando un abrazo y te deseo un buen año para ti y tu familia.
ResponderEliminarDe Julio Llamazares siempre recuerdo con mucho gusto aunque también con melancolía y buena dosis de tristeza su famosísima "La lluvia amarilla". Quizás hoy esta novela de soledad y vaciamiento de la España interior ha cobrado una gran notoriedad debido al éxito del sintagma La España vacía forjado por Sergio del Molino.
ResponderEliminarEl canto nostálgico que realiza Llamazares en sus novelas y veo que también en ésta me gusta por el lenguaje literario que en ellas vierte, pero me da mucha pena por lo irremediable del fenómeno.
Muchísimos besos, Mar. Te deseo un muy feliz Año Nuevo
�� ���� Blues Hendrix les desea unas Felices Fiestas! ���� ��
ResponderEliminar¡Hola, leyendo con Mar! formo parte de la iniciativa 'Seamos Seguidores'.
Ya te sigo de vuelta. Tienes un excelente contenido.
Mi blog es: blueshendrix.blogspot.com
Un saludo ¡Nos leemos!
"La lluvia amarilla" es uno de mis libros favoritos, y además yo soy de Huesca, donde está Ainielle, así que es un libro que me llega especialmente. Luego leí "Las lágrimas de San Lorenzo" y no me gustó tanto, se me hizo repetitivo, como comentas en tu reseña. Quizá mi error fue que sigo buscando otro "La lluvia amarilla" en los libros de Llamazares. Si se me cruza leeré este que traes, pero de momento no lo pongo en la lista de prioridades...
ResponderEliminarBesos.